Muchas cosas
han cambiado en América Latina. Una es la existencia de una nueva frontera económica.
La que determina la creciente relación con China.
Por muchos años
en toda America Latina hablar de “los Chinos” era sinónimo de una colonia próspera,
pero poco integrada, en cuyos restaurantes nos acostumbramos a almorzar en
familia por su deliciosa y económica comida. Pero hoy “los Chinos” están
dominando la escena en los mas lujosos hoteles de las capitales
latinoamericanas. Siendo China una economía centralizada, todo comienza normalmente
con un relación bilateral entre gobiernos. Cosa que funciona muy bien en América
Latina.
El comercio latinoamericano
con China monta ya los $180 mil millones, registrando un crecimiento de 160%
en cinco años. Lo interesante es su simetría en montos y la asimetría en
productos: Latinoamérica le exporta a China cerca de $90 mil millones en
materias primas e importa productos terminados por el orden del $88 mil
millones. En términos muy claros, la exportación de materias primas
latinoamericanas es la principal explicación de la “década Latinoamérica de crecimiento
económico” a que se refiere el Banco Interamericano de Desarrollo. Por un lado,
esto ha “protegido” a la región de la vulnerabilidad a la que se habría visto
sometida si fuese dependiente de EEUU y Europa. Lo delicado es que el esquema
sino-latinoamericano de comercio está “re-primarizando” nuestras economías. Es
decir, China es el mas difícil obstáculo para que América Latina pueda
“industrializarse”. Lo cual plantea la necesidad de reinventar nuestras economías
creando cadenas de valor agregado que generen mayor riqueza y mejores empleos en
la región.
Las
inversiones directas Chinas en America Latina también han crecido de $15 mil
millones a $22 mil millones en un año.
Pero en ese campo la posición es distante con relación a Europa y los
EEUU. Lo que si llama poderosamente la atención es la modalidad de
financiamiento que toma cuerpo. Venezuela ha recibido préstamos de China por el
orden de los $40 mil millones, cuyo desembolso está atado a un compromiso de
suministro petrolero de no menos de 430 mil barriles diarios (garantizados a precios inferiores de
los del mercado spot). La otra
cara de estos financiamientos del “Fondo Chino-Venezolano” es el condicionamiento
de estos empréstitos hacia proyectos conjuntos en áreas como Aluminio, Acero y
otras materias primas.
El mismo tipo
de operación ha venido asomándose con Ecuador. En ese caso son $2 mil millones
que representan el 50% del plan de inversiones públicas del gobierno de Quito.
A esta fecha China es la principal fuente de financiamiento externo que conoce
el Ecuador desde su “default” en el 2008.
En definitiva.
China ha marcado una huella indeleble en América Latina. Se ha posicionado
estratégicamente para asegurarse materias primas y recursos energéticos que su
sostenido y asombroso crecimiento económico requiere. Se metió en el llamado “patio
trasero” de los EEUU, convirtiendo a la región en “agente libre” de la economía
global. Pero ha creado una nueva “ilusión histórica” basada en el crecimiento de
la exportación de materias primas.
Ya sabremos si
los latinoamericanos hemos aprendido algo de nuestra historia, o si tendremos que
esperar que se “ralentice” el crecimiento económico Chino para darnos cuenta de
la realidad.
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